07 abr | El propósito todo lo puede

Esta es la 7ma edición del Ricarding newsletter.

Sé que el domingo pasado no recibiste email. Me di una semana de descanso. Disculpa por no haberte avisado. Estoy de regreso.

Te doy la bienvenida si es la primera vez que me lees. Aquí puedes ver de qué va esto que estarás recibiendo cada domingo.

Espero que disfrutes su lectura tanto como yo su escritura. ¡Que sea una semana con muchos aprendizajes!


La excusa vacía del tiempo - Un insight

Cuando decidimos dedicar esfuerzo a alguna actividad, estamos decidiendo también no dedicarlo a otra. Esto es lo que hace que la priorización y el uso del tiempo sean tan relevantes.

¿Cuántas veces has decidido no hacer algo por 'falta de tiempo'? Si lo analizamos con detenimiento, no se trata de una excusa válida. Podríamos decir que esa justificación es otra forma de decir no tengo interés en priorizarlo.

Lo que consideramos importante encuentra un lugar en nuestra agenda. Siempre se tiene el tiempo para aquello que sí queremos hacer. El problema surge cuando confundimos lo que queremos hacer con lo que es fácil de hacer.

Evidentemente, es más fácil sentarse a ver televisión tomando un vaso de refresco que dedicar ese tiempo a ir al gimnasio. Priorizamos una activdad fácil sobre una que no lo es tanto. Buscamos la gratificación instantánea y, cuando eso motiva la mayor parte de las decisiones que tomamos, la vida se puede tornar complicada. Quizá no en el presente, pero sí en el futuro.

Decisiones fáciles, vida difícil. Decisiones difíciles, vida fácil. - Jerzy Gregorek

Si crees que pudieras beneficiarte de priorizar algunas actividades que has descuidado sobre otras que no aportan mucho a la persona que quieres ser, empieza poco a poco. Más vale el paso firme, constante que el salto ambicioso.

Piensa en las cosas que no haces o que dejaste de hacer por la excusa de una vida ocupada. ¿Cómo pudieras incorporarlas en tu vida? ¿Hay algo que pudieras dejar de hacer para retomarlas?

Haz una lista de ellas. Decide con cuál vas a empezar. Arma un plan simple para hacerlo.

Engañarnos con excusas vacías solo hará que sigas perdiendo el recurso más valioso que tienes: tu tiempo.


La batalla del despertar - Un tip

Siguiendo con el hilo de las decisiones difíciles, en el tip de esta semana me quiero enfocar en una en particular: la lucha con la alarma del despertador.

Todos hemos enfrentado el sonido del despertador, la alarma que fijamos para interrumpir ese sueño profundo y dar paso al inicio del día. El acto de establecer un horario para levantarnos es un mecanismo para inducir un compromiso con nosotros mismos. No es cosa menor.

Establecemos alarmas porque queremos cumplir con la hora de entrada al trabajo, la hora para conectarnos a la primera junta del día, la hora para ir a hacer ejercicio, la hora de la primera clase en la escuela. Es lo usual—compromisos externos nos obligan a hacerlo. Sentimos que tenemos que cumplir.

He entendido que ver la hora de levantarse como algo con lo que tenemos que cumplir por [inserta aquí el evento externo con el que tienes que cumplir] es la forma más fácil de generar una resistencia al sonido del despertador. Lo convierte en una lucha diaria.

Hay otra forma de verlo.

El mejor antídoto para ahorrarnos la batalla con la hora de despertar es el compromiso con un propósito. Pudiera parecer un mero cambio de fraseo, pero hace toda la diferencia.

No es lo mismo decir…

Estoy fijando esta alarma para levantarme a las 5 am mañana porque tengo que ir a trabajar.

Que…

Estoy fijando esta alarma para levantarme a las 5 am mañana porque quiero hacer ejercicio, desayunar y meditar para poder tener el mejor rendimiento posible en mi trabajo.

Las palabras otorgan una inercia aparentemente imperceptible a las acciones que llevamos a cabo. A pesar de que ir a trabajar sea una obligación en la práctica—para cumplir con ciertas cosas—la forma en la que cumplimos con ella hace toda la diferencia. Tenemos la posibilidad de verlo solamente como eso, o levantar un poco la mirada y entender que somos capaces de quererlo hacer porque hay un beneficio para nuestro crecimiento, para la persona en la que queremos convertirnos.

Prueba darte un minuto, antes de ir a dormir hoy, para ver la hora en la que va a sonar tu alarma mañana. Define cuál es el propósito detrás y remueve el componente de obligación. Mañana, cuando suene la alarma, trata de recordar ese minuto que dedicaste a enfocarte en el propósito. Sigue haciéndolo así a diario.

Cuéntame si despertar se vuelve más fácil, si la batalla se acabó.


Palabra sobre motivación - Una idea

La palabra es lo de lo más valioso que tenemos.

Me refiera a la palabra entendida como un compromiso con lo que decimos que vamos a hacer, y no tanto al componente social con el que usualmente se le asocia—que también es importante.

Al final de cada año nos ponemos a pensar en todos los compromisos que queremos hacer empezando enero. Los gimnasios se llenan, las despensas se vacían de comida chatarra. Tendemos a seguir esos propósitos durante las primeras dos semanas del año. Todo vuelve a la normalidad después.

Decidimos fallar una vez más: ser incapaces de cumplir con nuestra palabra y con lo que acordamos con nuestro yo del futuro. Definimos objetivos por salud, por mejorar alguna habilidad, por cumplir una meta. El 99% de las veces nos quedamos cortos. Apuntamos muy alto cuando nuestra capacidad actual solo nos permite tirar más bajo.

En el cómputo de nuestras habilidades, del tiempo que nos tomarán las cosas, del esfuerzo que necesitaremos, casi siempre nos sobreestimamos. No somos tan buenos como creemos que somos.

No significa que siempre vaya a ser así. Cualquier capacidad mejora con la práctica constante. El problema con los propósitos de Año Nuevo, por ejemplo, es que estamos obsesionados con el resultado de ejecutar una actividad una y otra vez, sin pensar en los sacrificios que eso implicará.

Allí es donde entra la palabra. Cuando hemos determinado cumplir con algo—idealmente con un plan que lo respalda—la motivación es pasajera. En el momento en que decide irse se puede llevar con ella el proyecto que teníamos en mente. Cuando somos capaces de cumplir por el mero hecho de que dijimos que así lo haríamos, entonces la motivación deja de importar. Le quitamos el poder que puede tener sobre nosotros.

El mejor aliado para seguir en el camino es poder serle fiel al propósito que establecimos, al plan que trazamos. Empieza con compromisos pequeños y ve agrandándolos de a poco.

Es más sencillo cumplir con 100 tareas pequeñas que con una monstruosa. Toda tarea monstruosa puede dividirse. No lo olvides.


Si llegaste hasta este punto, estoy muy agradecido contigo. Me encantaría que me cuentes qué te pareció y que conozcas cuál es la lógica detrás del insight, el tip y la idea.

¡Puedes escribirme vía X! Prometo responder. Siempre es enriquecedor leer otros puntos de vista.

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