12 de mayo
El calor no te debe detener
Espero que disfrutes su lectura tanto como yo su escritura. ¡Que sea una semana con muchos aprendizajes!
El objetivo es un trampolín
Estás a un rol de alcanzarlo
Imagina que no tienes ninguna limitación, que tus capacidades son infinitas.
¿Cómo sería tu vida? ¿Qué pasaría?
Al inicio sería muy entretenido. Poder entender cualquier teoría de la física cuántica o los postulados filosóficos más complejos sin duda que me haría muy feliz. No se limita a capacidades intelectuales. Ser capaz de correr un maratón o cruzar un océano nadando también son hazañas que me encantarían hacer.
Como casi con todo en esta vida, después de un tiempo se tornaría aburrido. Pienso que la vida perdería sabor y se esfumaría el reto que me impulsa a mantenerme en el juego e intentarlo cada día.
La conclusión de este ejercicio obliga a que veamos el esfuerzo desde una perspectiva paradójica.
El esfuerzo para conseguir un objetivo es lo que siempre nos mantiene allí, a flote. Cuando ese esfuerzo ya no es necesario y hemos obtenido lo que se buscaba, se pierde el interés. Esa es la naturaleza de la utilidad que derivamos de lo que conseguimos.
Hay dos formas de ver las metas que tienes, tus objetivos. La primera, la más común, es entenderlos como si fueran límites a los que nos acercamos. Los vemos alejados de nosotros. Sabemos que es necesario realizar n cosas para alcanzarlos. Es la forma aburrida de aproximarnos.
La segunda opción es mucho más interesante: verlos como si fueran un trampolín sobre el que ya estamos saltando. Por ejemplo, si quiero ser escritor tengo que hacer lo que los escritores hacen: escribir, mucho. Lo mismo si quiero ser nadador. Identificarse con el rol de aquello a lo que aspiramos nos pone en el camino para alcanzarlo.
¿Cómo se ve la vida que quieres tener? ¿Qué actividades ves en ella?
Puedes saltar en más de un trampolín teniendo diferentes roles. Por las mañanas, cuando haces ejercicio, puedes entrar en el modo atleta. Si luego te sientas a desayunar con tu familia, pareja o roomies puedes cambiar al modo 'buena compañía'—si uno de tus objetivos es ser mejor con las personas que te rodean. Cuando empiezas a trabajar tomas el rol del [inserta tu cargo] eficiente y honesto.
Este enfoque asume que ya eres eso que tienes como objetivo y te obliga a ponerlo en práctica. De nada sirve la teoría si se queda en mero conocimiento. Esta es una forma de aterrizarla.
Al ir interpretando cada uno de los roles consistentemente cuando sea necesario, también se irán refinando. Acuérdate que ya eres eso que quieres ser. Solo hace falta que lo pongas en práctica y que asumas el rol.
Súbete al trampolín. Encarna tu objetivo. Avanza cada día.
Leebrate del estrés
Toma la decisión egoísta de leer
En los días en que el estrés está a tope, leer me ha servido para relajar la mente. Es contraintuitivo.
¿Cómo es que dedicar tiempo a algo que nada tiene que ver con sacar los pendientes puede reducir la presión?
La lectura regular no es común. Es el típico hábito que todo el mundo quiere desarrollar pero que pocos están dispuestos a abrazar. Deberíamos de leer porque nos da la posibilidad de entender nuevas ideas, expandir el conocimiento que tenemos y cuestionar puntos de vista diferentes a los que nuestros contextos nos han hecho desarrollar.
Leer nos da poder y agencia sobre el mundo en el que vivimos.
Esto ya lo sabemos. Cada año sale alguna encuesta en donde nos enteramos que la sociedad lee poco y cada vez menos. Mi punto aquí no es ese.
Si con eso que ya sabes aún no te has convencido de empezar una amistad con los libros, quizás esto te pueda motivar.
Como empecé diciendo, leer a diario ha reducido mi nivel de estrés general.
¿A qué hora leo? Cuando puedo.
A veces entre juntas de trabajo puedo leer unas dos o tres páginas. También cuando termino algún pendiente y antes de pasar al siguiente. Me basta con dedicar unos 5 minutos al menos—los mismos 5 minutos que probablemente dedicarías a meterte a las redes sociales (que, por cierto, solo contribuyen a aumentar el estrés que ya tienes).
¿Qué leo? A decir verdad, de todo.
Me encantan las novelas clásicas y los libros de no-ficción. No importa tanto el material que vas a leer, sino el hecho de darle a tu cerebro un alimento que lo saque de los problemas durante un tiempo. Funciona como una especie de reset.
¿En dónde leo? Casi siempre uso la computadora.
Lo más seguro es que utilices una para trabajar. Descarga la app de Kindle (está disponible para Mac y Windows) y compra un par de libros. Altérnalos a la hora de que hagas tus breaks de lectura. Si prefieres, también podrías llevar contigo un libro impreso, solo que tus compañeros de trabajo podrían empezar a hacer muchas preguntas. En caso de que lo hagan mejor diles que se metan a ricarding.com. No necesitan saber más.
Intenta usar este tip en tu día a día. Nunca sabes, tal vez acabas picado con el libro y quieras que termine la jornada laboral para seguir leyendo. Ese sería el mejor de los escenarios.
Lo que te puedo apostar es que si consigues incorporar la lectura—aunque sea en momentos breves—durante tu día, serás más productivo y tu mente adquirirá una renovada capacidad de enfoque cuando pases de una actividad a otra.
Usa los libros. Solo corres el riesgo de saber más y de tener días más tranquilos.
El jarrón ya está roto
Aprécialo hoy sin esperar que esté mañana
Cuenta un relato oriental la historia de un sabio que poseía un jarrón precioso. Todo aquel que visitaba su casa se maravillaba con el objeto. Siempre hacían comentarios sobre su belleza y cuestionaban cosas como su origen o costo. El dueño solía recibirlos con una sonrisa y se limitaba a responder 'sí, es precioso, pero ya está roto'.
Las personas no entendían a qué se refería. La pieza se veía intacta. No había señales de ninguna cuarteadura.
Cuando no había nadie en su casa, el sabio apreciaba la belleza del jarrón. Veía como los rayos del sol hacían que adquiriera distintas tonalidades y la forma en la que todos los demás adornos resaltaban gracias a los colores que tenía. Sin embargo, él mantenía la idea de que ya estaba roto.
Una mañana, un sirviente estaba limpiando la mesa en donde reposaba el jarrón. Un descuido provocó que su codo derecho golpeara el jarrón, tirándolo al suelo y quebrándolo. Cuando el sabio llegó a la escena solo miró a su sirviente y le dijo '¿lo ves?, estaba roto'.
Solemos dar una importancia tremenda a tantas cosas, que vivimos en un estrés constante. Solo podemos controlar algunas. Es un número pequeño. El resto está a merced de condiciones ajenas a nosotros.
La actitud del sabio demuestra cómo es que vale más la pena anticiparnos a escenarios potenciales (la caída del jarrón) que impedir que sucedan a toda costa.
El alma se llena más del disfrute de lo que tenemos y somos en el presente, que en el resguardo de lo que tenemos y somos en el futuro.
Nuestros ojos deben de estar puestos en aquello que nos llena, sin expectativas cronológicas que solo contribuyen a patrones de ansiedad profundamente arraigados. Aplicarlo se vuelve más fácil con el tiempo.
No sé que vaya a ser de este newsletter. Solo sé que me da mucha satisfacción escribirlo. Escribo para ti y para mí. Sé que todas mis palabras son un recordatorio personal para tratar de llevar una vida armónica dentro de las limitaciones que la naturaleza humana me ha puesto. Sé también que no estoy solo en eso—es por eso que lo comparto contigo.
En ese sentido, este newsletter ya está descontinuado, pero lo seguiré disfrutando cada semana que no lo esté.
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