17 mar | La dedicación inteligente
Esta es la quinta edición del Ricarding newsletter. Te doy la bienvenida si es la primera vez que me lees. Aquí puedes ver de qué va esto que estarás recibiendo cada domingo.
Espero que disfrutes su lectura tanto como yo su escritura. ¡Que sea una semana con muchos aprendizajes!
La capacidad llega después - Un insight
La capacidad para hacer algo llega después de haber reconocido la incapacidad para hacerlo y de haber trazado una ruta que busque alcanzar dicha habilidad.
Recuerdo que hace unos cinco años me dieron ganas de aprender a escribir con la mano izquierda. Había leído un artículo que hablaba sobre los beneficios de hacerlo (dejo para otra ocasión el comentar sobre eso).
El primer intento fue difícil. Sentía la mano rígida al agarrar el lápiz. Ni siquiera sabía bien cómo hacerlo. Soltaba el lápiz y lo tomaba con la mano derecha—observando cada movimiento—para luego tratar de replicar la acción con la mano izquierda. Cuando logré sostenerlo de una forma cómoda y empecé a escribir mi nombre me di cuenta de que mis dedos estaban presionando al lápiz demasiado fuerte.
Comencé escribiendo mi nombre. Hacer la letra 'R' me tomó unos cuantos segundos. Requirió un gran nivel de concentración. Terminé y empecé a escribir mi apellido. Para cuando lo había terminado noté que estaba en diagonal hacia abajo. Fue mucho más difícil de lo que creía.
Si quería lograrlo iba a ser necesario hacer algo diferente. Estaba buscando desarrollar la capacidad de escribir con la mano izquierda. No me iba a llegar de la noche a la mañana.
El que me lo planteara como una capacidad a desarrollar fue lo esencial. Estaba ante un reto desconocido y sin guía por delante. Escribí un plan muy básico que sería el inicio de mi travesía por el mundo zurdo.
Se veía algo así:
- Escribir el abecedario 3 veces, letras mayúsculas y minúsculas, enfocándome en la técnica
- Cronometrar cada vuelta tratando de hacer menos tiempo en cada una
- Transcribir unas cuantas oraciones de algún libro
Lo seguí por una semana y mejoré bastante. Mis tiempos empezaron a disminuir y los trazos eran más uniformes. Me sentía cada vez más cómodo haciéndolo.
Me di cuenta de lo fácil que había sido armar el plan. Bastó contar con la determinación para hacerlo, misma que se traduce como el tiempo y esfuerzo que estuve dispuesto a dedicar a la práctica.
¿Cuántas cosas no vemos tan alejadas de nuestra realidad que ni siquiera nos preguntamos cómo es que podríamos alcanzarlas? ¿Cuándo fue la última vea que renunciaste a hacer algo simplemente porque no sabías por dónde empezar?
Si a tu cabeza llegó eso que desde hace un tiempo viene rondando de vez en cuando, esta es la señal. Empieza ya. Toma una hoja o abre tus notas del teléfono y escribe los primeros dos o tres pasos, y haz la primera actividad hoy.
Nunca vas a estar lo suficientemente listo, y tampoco tienes toda la vida para esperar.
La columna del cambio - Un tip
Después de varios meses yendo a trabajar de forma presencial dos veces por semana, en septiembre del año pasado regresé a trabajar desde casa todos los días. La empresa estaba llevando a cabo una serie de remodelaciones en la nueva oficina, por lo que nos pidieron hacer home office.
Todo iba de maravilla. Me encantaba poder usar mi tiempo de forma muy eficiente. Poco antes de que terminara el mes nos comunicaron que sería necesario regresar de forma presencial a diario. Me molesté bastante. No hacía sentido. Estaba ante una decisión que escapaba de mi control. Como fiel seguidor de la filosofía estoica me puse a pensar en la mejor forma de abordar la situación.
Empecé por una idea basiquísima: abrí un documento y marqué dos columnas, una de pros y otra de contras. Rápidamente, había terminado de llenar la segunda. Me fue fácil pensar en todo lo negativo que el cambio en la política de trabajo remoto tenía. Cuando comencé a tratar de llenar la columna de pros me di cuenta de que nunca me había detenido a pensar en ellos.
Traté de ligarle un pro a cada contra. Por ejemplo;
Aquí estaba poniendo en práctica el principio de usar el aparente obstáculo para mi propio beneficio, una forma de darle la vuelta. No me quedé allí. Había algo más que se podía hacer. Había una forma de ir más allá.
¿Cómo podía sacar aún más provecho de cada contra?
Decidí agregar una tercera columna al típico ejercicio. La bauticé como Upgrade. No la confundas con la sección de Upgrades de la que te platiqué la semana pasada. La verdad es que la palabra me gusta, y creo que puede aplicarse más allá de su traducción como simple mejora o actualización.
Upgrade quiere decir, literalmente, un grado más o un grado por encima. Tiene una interpretación muy fácil, misma que escapa de la traducción. Por eso es que prefiero usar la palabra en inglés.
La nueva columna no solamente describía qué iba a hacer para compensar el contra en cuestión, sino cómo es que iba a más que compensarlo, a superar la situación actual. Así se veía:
Este ejercicio ilustra varias cosas:
- Tendemos a pensar lo peor de las situaciones que consideramos adversas. A veces no hemos dedicado tiempo a pensar cómo es que nos podemos ver beneficiados.
- Para obtener un beneficio, seguramente, va a ser necesario ir un paso más allá. Vamos a tener que imprimir un esfuerzo adicional que no habíamos contemplado, pero valdrá toda la pena. Esto está relacionado con tomar el camino largo.
- En todo momento estamos situados a unas cuantas decisiones de usar la situación a nuestro favor. Esta es solo una de las tantas técnicas que se pueden usar. Lo realmente importante es la voluntad para hacerlo.
Luego de varios meses de haber vuelto a un esquema híbrido de trabajo, puedo decir que me ha funcionado bastante bien. Encontré el valor que más se adecuaba a mi camino y desde entonces he tratado de exprimirlo al máximo.
Si estás atravesando—o estás cerca de hacerlo—una situación adversa, no te resistas. Enfoca tu esfuerzo en armar tu lista de pros, cons y upgrades. Algo muy bueno saldrá de allí.
Eficiencia flexible - Una idea
¿Qué es lo primero que haces cuando te enteras de una nueva tarea?
Por tarea me refiero a cualquier actividad que requiera de un esfuerzo de tu parte. Puede ser algo del trabajo, como enviar un email o preparar una presentación. También puede ser algo de la casa, como hacer el pago de la luz o escribir la lista del super. Pueden haber tareas más grandes, como organizar una fiesta sorpresa de cumpleaños o prepararse para un examen.
En fin, las hay de todos los niveles de complejidad y de distintas duraciones. Lo relevante es que nos involucran directamente. Requerimos hacer algo para que después alguien más haga otra cosa (pensando en algún proceso con varios responsables) o simplemente hacerlo porque lo hemos determinado como nuestra obligación.
Regresando a la pregunta inicial, ¿ya pensaste en qué tratamiento le das? Como todo, pueden haber varias formas de atenderlas. Siempre unas más efectivas que otras. El ideal debería ser que podamos completar la mayor cantidad de tareas en el menor tiempo posible. Eso habla de nuestra eficiencia.
No quiero entrar en detalles sobre el método o protocolo para ser más eficientes. Eso lo dejaré para el próximo domingo. Quiero abordar la discusión sobre la eficiencia. ¿Es deseable? ¿Es un ideal? ¿Aplica para todos los casos? Trataré de responder desde mi óptica.
Desde hace varios años e intentado mejorar los tiempos de ejecución—sin sacrificar calidad—de mis tareas. Cuando estaba en la universidad tenía muchas cosas que hacer y poco tiempo para todas. Esta pudiera haber sido la chispa que detonó mi búsqueda.
En un inicio, lo que más me preocupaba era 'sacar' todos mis pendientes. Probé muchas formas, descargué varias apps, hice listas to-do, listas to-don't, métodos de lectura rápida, etc. Llegué a ser muy bueno, pero me di cuenta de que estaba haciendo las cosas en una especie de piloto automático. 'Sacaba' las cosas porque había que 'sacarlas'. Faltaba algo más profundo, un propósito.
Hay actividades en las que buscar la eficiencia va en detrimento del beneficio que de la actividad se puede obtener. Por ejemplo, no vale la pena sentarse a leer un libro–una buena novela–con prisa por avanzar. Ser capaces de disfrutar cada actividad puede ir en armonía con tener el enfoque necesario para ejecutarla de la mejor forma. Allí es en donde entra el propósito.
Por eso, la primera cuestión a evaluar cuando planeamos cómo atender una nueva tarea debería ser el ¿para qué?, antes del ¿cómo?. Servirá para poner en perspectiva el nivel de esfuerzo necesario y la eficiencia requerida.
No corras por tu lista de tareas. Recórrela conscientemente. Dedica a cada actividad el tiempo que se merece.
Si llegaste hasta este punto, estoy muy agradecido contigo. Me encantaría que me cuentes qué te pareció y que conozcas cuál es la lógica detrás del insight, el tip y la idea.
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