26 de mayo

Ricarding Newsletter

Esta es la 14va edición.

Espero que disfrutes su lectura tanto como yo su escritura. ¡Que sea una semana con muchos aprendizajes!

Las acciones de la vida buena

Te afectan y a los demás también

Durante las últimas semanas he pensado mucho sobre las acciones 'buenas', lo que hacemos con un genuino sentido de bondad. La capacidad que tenemos para distinguir lo 'bueno' de lo 'malo' es algo que me asombra cada vez que me detengo a analizarlo.

Supongo que ya te has preguntado acerca de lo que constituye una vida buena—que es diferente a una buena vida. La vida buena, bajo mi óptica, responde a una toma de decisiones y un actuar que tienen como raíz la bondad. En consecuencia, los resultados que se derivan serán siempre soportables y llevaderos. Pienso que la intención que origina estos actos es también la que les da una especie de momentum que atraviesa cada etapa luego de la acción.

Cuando he hecho algo bajo un escenario de incertidumbre y me invade la ansiedad por conocer el resultado, trato de enfocarme en el origen de mi intención, y en mi expectativa al respecto. Si ambas provienen de la bondad, del deseo genuino de que algo mejore o que a alguien le vaya bien, entonces siento un alivio. Puedo dejar de preocuparme y estar cierto de que el desenlace será bueno, aunque en un primer momento pueda no parecerlo.

Una parte crucial de las acciones buenas es que consideran las repercusiones que pueden tener sobre otras personas. Todo lo que hacemos—necesariamente—implica una afectación—directa o indirecta—a quienes nos rodean.

Vivimos en sociedad.

Hasta la decisión más básica, luego de ejecutada, produce una consecuencia que nos fortalecerá o debilitará como comunidad. Muchos de estos efectos no se materializan de inmediato. La mayoría toman tiempo.

Tómate un momento antes de decidir. Piensa si lo que estás por hacer va encaminado a una vida buena—si tiene el potencial de beneficiar a la sociedad en la que vives. No te arrepentirás de hacer los ajustes necesarios para sentirte en paz con tu decisión.

Mitrídates VI y el calor

Exponte a lo incómodo

Si te encuentras en el hemisferio norte, lo más probable es que estés padeciendo una primavera bastante cálida. El calor es el tema de conversación en casi cualquier plática.

Los ventiladores y aires acondicionados se venden como pan caliente. Estamos hartos del calor, y con cada día que pasa pareciera que lo soportamos menos.

El otro día iba manejando con el aire acondicionado del coche a casi todo lo que da. Estoy consciente de que es un privilegio poder hacerlo, y de los efectos que tiene el que todos optemos por utilizarlo. Decidí apagarlo por unos minutos.

Antes de llegar a los primeros sesenta segundos con el aire apagado, ya podía sentir como mi frente empezaba a sudar. Siempre he sido partidario del principio estoico de aprender a lidiar con la incomodidad. Esta era una prueba en carne viva.

Lo hice por unos minutos la primera vez. La segunda aguante por más tiempo. Para la tercera ya me estaba acostumbrando. El ejercicio me recordó a la historia del rey Mitrídates VI de Ponto. Se dice que este monarca tomaba pequeñas dosis de algunos venenos para volverse inmune a sus efectos en caso de que alguien tratara de envenenarlo.

Ese mismo principio—conocido como mitridatismo—es el que opera detrás de algunos tratamientos contra las alergias, exponiendo a la persona afectada al alérgeno para aumentar la tolerancia del organismo.

Podemos pensar que también tiene una aplicación en el ámbito del ambiente—como con el calor—y de las cosas que vivimos. ¿Qué pasaría si nos expusiéramos constantemente a situaciones que nos incomodan? ¿En algún momento se volverían más fáciles?

Seguro que sí.

No solo eso, nuestra capacidad para enfrentar tales circunstancias mejoraría sustancialmente.

Intenta imitar al rey Mitrídates VI—sin ingerir veneno—y observa si algo en tu vida empieza a cambiar. Tal vez algunas cosas se vuelvan más fáciles.

La meta desde el interior

Hay de metas a metas

Tu vida se compone de lo que haces, la forma en la que lo haces y la motivación por la cual lo haces. Esta última tiende a estar influenciada por el contexto en el que vives.

¿Cuántas veces has hecho algo solamente por ganar la aprobación de otras personas?

Las metas sostenibles, las que en realidad valen la pena, surgen desde el interior. Crecen con un propósito que va más allá de lo superficial, pues su influencia proviene de un auténtico impulso por probarnos a nosotros mismos.

Pon a prueba las metas que tienes hoy. ¿Estás persiguiéndolas porque es genuino el interés que vive en ti? ¿Hay alguna motivación externa?

No es malo que nuestro entorno afecte a lo que perseguimos. Es natural. Lo que sí que es conveniente es estar conscientes de cómo se da esa influencia.

Es necesario que te detengas a pensar. Rara vez lo hacemos.

Te aseguro que te será provechoso que todas las semanas dediques unos 10 minutos a estar en total silencio, repasando lo que estás persiguiendo.

Todos perseguimos algo, procura que valga la pena.

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